Cuenta la leyenda que una vez los presidentes de todos los países que forman la Unión Europea se reunieron para debatir asuntos muy importantes. Después de lo que fue una dura jornada, nuestros amados representantes políticos decidieron salir a disfrutar de la noche.
La primera ronda pasó sin altibajos, todos eran cordiales y mantenían su lugar, pero después de unas cervezas, alguien tuvo la genial idea; que todos hemos tenido alguna vez; y pidió una ronda de chupitos.
En cuanto el licor se mezcló con la cerveza en sus estómagos, provocó lo mismo que en el resto de todos nosotros, y es que no nos olvidemos que nuestros políticos no dejan de ser personas.
Como en los mil millones de bares de todo el mundo, nuestros representantes empezaron a solucionar el mundo. Todos se quejaban de lo que tenían, de lo que les había tocado o simplemente criticaban al resto.
Entonces nuestro querido presidente, como buen español, desafió al de Alemania y le dijo que si él tuviera tanto dinero, tampoco tendría tantos problemas. Al escuchar esto, el presidente alemán contestó educadamente que él sería capaz de levantar España y que conseguiría llevarlo al nivel de su país natal.
Con tan confiada respuesta recibida, un orgullo herido y un cerebro ensombrecido por el alcohol, el español dijo:
– ¿A que no hay huevos a cambiarnos los países durante seis meses?, yo gobernaré Alemania y tu España.
De repente se hizo el silencio, todos estaban expectantes y miraban a uno y a otro sin querer ni siquiera respirar por miedo a romper la tensión.
Y como tantas otras veces ha pasado en tantos otros bares, el presidente alemán se levantó indignado y contestó:
– ¿Que no hay huevos? ¿Que no hay huevos? Venga, ya veremos si no hay huevos…
Y así comienza la historia…
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