Leer “Las huellas del jardín (Parte 11)” o Leer desde el principio

La entrevista había sido todo un éxito. Según Marco, la audiencia había sobrepasado su propio récord.

Rocío estaba tan contenta que se sentía acelerada y pensar en irse a dormir le parecía todo un castigo, quería compartir su alegría con Jolene y los demás, pero aun era jueves y hasta el sábado no les vería. Así que cuando Marco la invitó a tomar algo después del programa aceptó sin pensárselo dos veces.

Durante la primera cerveza hablaron del programa, de Lucia, y Marco le contó lo duro que había sido para ella perder a su madre siendo tan joven. Con la segunda cerveza empezaron a sentirse tan cómodos que Marco le habló de su infancia y de como recordaba y anhelaba aquellos momentos en los que jugaba inventando historias sobre piratas temerosos y aventuras sin fin.

Rocío se sentía muy cómoda a su lado, como si se conocieran desde hacia tiempo, no siempre se sentía a gusto entre los adultos, ya que en su interior seguía siendo bastante infantil, pero con Marco no tenia que fingir.

La tarde dio paso a la noche y los dos seguían hablando. Cuando el camarero del bar en el que estaban les dijo que iban a cerrar los dos se sobresaltaron y miraron el reloj por primera vez en toda la tarde.

  • ¡Dios! ¡que tarde! – dijo Rocío riendo.
  • Si, será mejor que nos vayamos, estos muchachos también querrán ir a casa – contestó Marco mirando a su alrededor y dándose cuenta de que eran los únicos que quedaban en el bar.

Cuando salieron del local, Marco la invitó a pasear un rato.

  • Creo que el paseo nos vendrá bien para despejarnos un poco, creo que he bebido de más.
  • Yo también – dijo ella aceptando la invitación.
  • ¿Puedo contarte algo? quizás te parecerá una tontería pero hace varias semanas que me vienen recuerdos que hace mucho había olvidado y creo que eres la persona adecuada para compartirlos.
  • Claro que si – dijo ella animándole a seguir.
  • Sé que suena loco, pero con el cambio de Lucia algo parece haber cambiado también en mí. Un día mientras jugaba con ella, recordé que cuando era pequeño tuve un amigo imaginario. ¡Dios! para mí era tan real, que incluso me siento un poco estúpido hablando de ello. Recuerdo que era un cocodrilo, mucho más alto que yo, cuando era un niño claro, siempre estaba cerca de mi porque cuando era pequeño no era demasiado popular, y no tenía demasiados amigos con los que jugar. Su nombre era…
  • Kimer… – dijo Rocío parándose de repente.

El se paró también y la miró a los ojos sorprendido.

  • ¿Cómo lo sabes? No recuerdo haberle contando nada a Lucia.

Rocío no sabía que responder, hablar de Ralaura con alguien más podría ser peligroso y aunque se sentía muy cómoda con Marco no le conocía lo suficiente, quizás si se lo contaba pensaría que estaba loca.

  • Rocío, ¿cómo sabes el nombre de mi amigo imaginario de la infancia?
  • No lo sé….bueno si, pero no me vas a creer.
  • Inténtalo….
  • Vale, pero no aquí, te invito si quieres a mi casa, estamos muy cerca y será mas seguro hablar de todo esto allí.
  • ¿Hablar de qué? – preguntó él intrigado.
  • Vamos, en cuando lleguemos te lo cuento, pero por favor… -no sabía cómo continuar, nunca había imaginado hablar de Ralaura con nadie, y mucho menos con el padre de una de sus alumnas, pero por la mirada de Marco sabía que no podía decirle nada que no fuera la verdad, y después de todo lo que habían hablado esa tarde creía que podría confiar en él, a fin de cuentas había sido él quien había empezado la conversación sobre Kimer.

Continuará…


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