Alex estaba más preocupado de lo normal aquella mañana. En el tren que lo llevaba al ascensor para sacarlo de la ciudad subterránea hablaba con su amigo, que intentaba animarlo, aunque sin mucho éxito.

Aquella mañana tenía la entrevista de trabajo para la que llevaba varios meses preparándose, si conseguía el trabajo, tendría el dinero suficiente para alquilar una casa en la superficie y poder sacar a su mujer y futura hija del subsuelo.

Debido a la sobre población, se habían construido ciudades subterráneas, en ellas vivían la clase media y baja.

Vivir bajo tierra era muy duro, no solo no veían la luz del sol, sino que el aire del subsuelo estaba aun más deteriorado que el del exterior.

Debido a todo esto, durante los últimos años, habían ido apareciendo bastantes casos de personas que perdían la cabeza y habían aumentado el número de suicidios.

Alex y su mujer; Miranda; esperaban una hija, ella estaba en el sexto mes de embarazo y Alex cada día estaba más preocupado por ella. Miranda actuaba raro, estaba desanimada y en el último mes incluso había dejado de hablar del bebe, parecía que no le preocupara.

Por eso Alex necesitaba que la entrevista de hoy saliera bien, si era así conseguiría mudarse y que su hija naciera viendo la luz del sol.

El ascensor salió a la superficie, al abrirse las puertas la luz los cegó a todos. Allí arriba también podía notarse la sobre población y la calidad del aire tampoco era buena, debido a la polución, pero seguía siendo mucho mejor que vivir bajo tierra.

Alex se despidió de su amigo, que le deseo suerte en la entrevista, y se encamino al hotel, eran las 8.30 de la mañana y su entrevista era dentro de una hora.

Mientras esperaba sentado a que fuera su turno, se permitió imaginar cómo sería su vida si conseguía el ascenso. Cambiaría su posición social y con ello muchos beneficios. La secretaria lo despertó de su ensoñamiento y le señalo que era su turno para la entrevista.

De momento todo iba bien, Alex se sentía satisfecho de cómo estaba yendo la entrevista, podía notar que Luis; su jefe; estaba contento con él. De repente la secretaria entro en el despacho, parecía asustada, se excuso por la interrupción y acto seguido miro a Alex. Tenía que ir a su casa ahora mismo, su vecina había llamado y le había dicho que se escuchaban gritos y llantos en su casa.

Alex ni siquiera se despidió, salió del hotel y corrió hacia el ascensor, en menos de treinta minutos estaba entrando por la puerta de su casa.

Podía escuchar los gritos de Miranda desde la entrada, corrió hacia su habitación y allí la encontró tirada en el suelo de rodillas y con un cuchillo de cocina en la mano.

Los gritos eran ensordecedores, y la imagen lo más aterrador que nunca había visto. Al llegar a su lado se dio cuenta de que ya era demasiado tarde, Miranda se clavaba el cuchillo en el estomago con furia mientras chillaba que debía matar al alíen que llevaba dentro.

Alex le cogió la mano y haciendo uso de su fuerza consiguió quitarle el cuchillo que chorreaba sangre, con la otra mano intentaba tapar las heridas del estomago por las que no dejaba de brotar sangre que cubría el suelo a gran velocidad.

Miranda seguía chillando “quítamelo, mátalo, mátalo”, Alex empezó a llorar mientras acariciaba la cara de su mujer e intentaba tranquilizarla, pero era demasiado tarde, la vida en el subsuelo había vuelto loca a su mujer y ésta había matado a su hija aun sin haber nacido.


0 Comments

Leave a Reply

Avatar placeholder

Your email address will not be published. Required fields are marked *